miércoles, 22 de junio de 2011

Sobre Juan Pablo II

ACERCA DE LA BEATIFICACION DE JUAN PABLO II
  por SANTIAGO TRICANICO - Montevideo, Uruguay. 2010
   

Si bien las beatificaciones y canonizaciones son instrumentos internos de la Iglesia Católica, para alcanzar esta categoría se supone que la persona ha cosechado durante toda su vida una serie de actos rodeados de obras perdurables para la humanidad. La discusión no se centra sobre la existencias de santos o beatos, sino en cuan merecedores son esta dignidad propia de la Iglesia Católica.
Juan XXIII murió en 1963 con el apoyo unánime de católicos y una amplia simpatía de personas ajenas la iglesia. Fue respetado por cristianos y por quienes no lo eran: fue el abanderado del Concilio Vaticano II, lugar de donde impulsó una iglesia con transformaciones que estuvieran acordes con los nuevos tiempos de ese mundo y en donde por primera vez la iglesia comienza a hablar de derechos humanos y del dialogo con las distintas religiones. Es cierto que despertó estupor la existencia del documento secreto "Crimine solicitacionis" porque el Papa Juan XXIII ordenó, en 1962, que todos los religiosos debían ocultar los delitos sexuales cometidos por el clero bajo pena de excomunión para quien hablase del asunto. En el año 2000 fue beatificado.
La imagen de un hombre anciano, cansado, enfermo que a pesar de todo seguía asumiendo una tarea demoledora, despertó en muchas personas un sentimiento de respeto y simpatía.- Pero la imagen de este hombre reflejaba el sentimiento contrario a muchas de las cosas acordadas en el Concilio Vaticano II, de hecho enfrentó duramente la postura de la Teología de la Liberación la que quedó reducida a un simple grupo de teológos católicos muchos de los cuales decidieron abandonar su "madre" iglesia.
No debemos olvidar que en un visita a Nicaragua tuvo con el sacerdote católico y en ese momento ministro de Educación y Cultura Ernesto Cardenal(autor del libro el Evangelio Según Solentinime) un hecho totalmente despreciativo: cuando éste último se arrodilló para besar el anillo de Pontifíce, Juan Pablo II quitó su mano esgrimiendo como argumento que sus manos estaban manchadas de sangre por haber integrado el Frente Sandinista de Liberación Nacional que había derrocado al asesino dictador nicaraguense Hernesto Somoza. Claro, esta actitud no la tuvo con los grandes genocidas de los pueblos sudamericanos o africanos que pasaban por dictaduras oprobiosas.
Fue un hombre muy cercano al Opus Dei, varios cargos de importancia en el Vaticano están en manos de este grupo. Fue el hombre que tuvo el coraje aberrante de canonizar al fundador del Opus Dei monseñor Escrivá de Balaguer mano derecha del dictador español Francisco Franco.
El antiguo obrero de la  fábrica Solvay  de Cracovia viró el timón de la iglesia a las posturas más conservadoras, como asimismo calló cuando comenzaron a saltar por todo el mundo el tema de los abusos sexuales cometidos por clérigos de las más distintas jerarquías, frenando cualquier forma que pudiera terminar con los responsables de abusos sexuales en la cárcel. Si desean hacerle beato, santo o rey de copas, escapa a nuestro criterio, pero no escapa a nuestra memoria su conducta durante su pontificado.

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